Uno de estos temas que sirven de expresión de sus sentimientos a los autores románticos es la religión, pero, además, aparece también una fuerte de corriente literaria donde se manifiesta una actitud de rebeldía ante Dios, esta corriente es precisamente la que conocemos bajo el nombre de satanismo.
¿Cómo se representa el satanismo en Don Álvaro o la fuerza del sino?
Una de sus más altas representaciones es el suicio. En la última jornada de la obra, don Álvaro acaba suicidándose; es la única forma de evasión que le queda ante esa vida destinada a la desdicha por culpa del orgullo de la familia Vargas. La vida de don Álvaro está llena de adversidades que le impiden alcanzar la paz interior y la felicidad, se siente como el objeto de una broma macabra del destino; este sentimiento de que la vida se ríe de él de a forma más cruel llega a su momento culminante cuando se encuentra con Leonor tras tantos años creyéndola muerta y ella, al acercarse a su hermano moribundo, es asesinada. Don Álvaro no lo soporta más y decide suicidarse. Con el fin de su vida, también desea el fin del mundo. Acaba así la obra con esta imagen que roza lo apocalíptico.
Don Álvaro.- ¡Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio, destrucción...!
Pero ya, desde mucho antes de la escena final de la obra, vemos alusiones a la temática satánica. En la escena tercera, cuando don Alfonso llega al convento peguntando por el padre Rafael y el Hermano Melitón le contesta que hay dos, que con cual de los dos quiere hablar, don Alfonso contesta directamente "El del infierno" y el hermano Melitón reconoce a quien se refiere.
Hermano Melitón (con miedo)
Al momento.
Padres Rafaeles... hay dos.
¿Con cuál queréis hablar vos?
Don Alfonso (muy enfadado)
Para mí, más que haya ciento.
El padre Rafael...
Hermano Melitón
¿El gordo?
¿El natural del Porcuna?.
No os dirá cosa ninguna,
que es como una tapia sordo,
y desde el pasado invierno
en la cama está tullido;
noventa años ha cumplido.
El otro es...
Don Alfonso
El del infierno
Hermano Melitón
Pues ahora caigo en quién es:
El alto, adusto, moreno,
ojos vivos, rostro lleno...
Una vez don Álvaro y don Alfonso están reunidos en la celda del primero, se da una escena violenta en la que don Álvaro se deja llevar por la ira (pecado capital) al sentir herido su orgullo herido y contesta con soberbia (otro pecado capital) cuando le dice que es un mestizo. Todo esto, en tanto que sucede dentro de un edificio religioso, el convento, se convierte en un atributo más del satanismo. Se añade, del mismo modo, el hecho de que don Álvaro, en contra de lo que debería hacer un religioso, y cegado por su desmesurado orgullo, acepta finalmente el duelo.
Don Alfonso
¿Y no lo anubla
ningún cuartel de mulato?
¿De sangre mezclada, impura?
Don Álvaro (fuera de sí)
¡Vos mentís, mentís, infame!
Venga el acero, mi furia
(Toca el pomo de una de las espadas)
os arrancará la lengua
que mi clara estirpe insulta.
Vamos.
Y a continuación se hacen directas referencias al infierno en resto del diálogo.
Don Álvaro (reportándose)
No..., no triunfa
tampoco con esta industria
de mi constancia el infierno.
Reiraos, señor.
Don Alfonso (furioso)
¿Te burlas
de mí, inicuo? Pues cobarde
combatir conmigo excusas,
no excusarás mi venganza.
Me basta la afrenta tuya.
Toma.
(Le da una bofetada)
Don Álvaro (Furioso y recobrando toda su energía)
¿Qué hiciste?... ¡Insensato!
Ya tu sentencia es segura:
Hora es de muerte, de muerte.
El infierno me confunda.
También en las siguientes escenas se hacen varias referencias directas al infierno, sobre todo en la escena octava, en el parlamento del Hemano Melitón. Se refiere a ambos caballero como seres del infierno, si ya había reconocido en la escena cuarta a don Álvaro/padre Rafael como un hombre del infierno, ahora dice:
También que era del infierno
dijo, para mi gobierno,
aquel nuevo personaje.
Y continúa unos versos más adelante, sin que los hombres lleguen a escucharle o sin que quieran hacerle caso (lo que se puede entender como un rechazo a Dios o a su palabra):
No lleguen al paredón,
miren que hay excomunión
que Dios le va a dar castigo.
Y de nuevo los identifica con demonios y hace además una curiosa referencia al olor que dejan, de azufre, que es a lo que, en la cultura popular, se dice que huele el infierno.
Avanzando en la jornada no paran de hacerse comentarios sobre el infierno y la condición demoníaca de los oponentes, algunas más sutiles y otras claras como:
Don Álvaro
Hombre, fantasma o demonio
que ha tomado humana carne
para hundirme en los infiernos,
para perderme..., ¿qué sabes?...
El momento álgido de la expresión satanista llega justo antes del duelo entre ambos, llegando a mencionar don Álvaro algo tan macabro como llegar a beberse la sangre de su enemigo caído.
Don Álvaro (Volviendo al furor.)
¿Eres monstruo del infierno,
prodigio de atrocidades?
Don Alfonso
Soy un hombre rencoroso
que tomar venganza sabe.
Y porque sea más completa,
te digo que no te jactes
de noble... Eres un mestizo,
fruto de traiciones...
Don Álvaro (En el extremo de de la desesperación).
Baste.
¡Muerte y exterminio! ¡Muerte
para los dos! Yo matarme
sabré, en teniendo en consuelo
de beber tu inicua sangre.
Estas palabras tan macabras junto con el acto final de don Álvaro de darse muerte tirándose de un risco al borde ya de la locura ponen el broche a la tragedia dejando al espectador con un sabor de boca agrio y un sentimiento de cierta desesperanza ante la vida, de desasosiego y turbación.
Ésto es parte de ese sentimiento romántico que se quería transmitir a través del satanismo y que tan magistralmente está plasmado en la jornada última de Don Álvaro o la fuerza del sino.
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