En el post anterior ya nos acercamos
brevemente al contexto en que se inscribe la obra y a las primeras
manifestaciones de violencia que se dan en ella. Ahora continuaremos
con el mismo tema y veremos con se mantiene y desarrolla a lo largo
de la historia.
Dijimos ya que el poder que ejercía la
violencia iba desde Franco hasta Sor, y esto se hace manifiesto
cuando ella dice.
SOR: [...] Bendito, bendito tracoma,
porque ahora tengo dos padres y dos madres: Dios y la Santísima
Virgen y el Caudillo y Pilar Primo de Rivera.
Esto es muy representativo también de
los valores del Régimen y de lo unido que está a la fe católica.
Las órdenes religiosas se encargaban de transmitir los valores del
franquismo y de educar a los niños en la nueva ideología dominante.
Vemos así pues la unión de dos grandes poderes: la Iglesia y el
Estado, reprimiendo y sometiendo a los más débiles. Se puede ver
también este adoctrinamiento dentro de la obra:
LÁZARO: ¡A callarse! Silencio, que
vamos a empezar:
[...]
LÁZARO: (Con voz de niña
dulcísima) Hola, niños.
TODOS: ¡Hola!
LÁZARO: ¿Quién sois?
TODOS: ¡La Organización Juvenil!
LÁZARO: ¿Qué queréis?
TODOS: ¡La España, una, grande y
libre!
LÁZARO: ¿Qué os sostiene?
TODOS: ¡La sangre de nuestros caídos!
LÁZARO: ¿Quién os guía?
TODOS: ¡El Caudillo!
LÁZARO: ¿Qué os mueve?
TODOS: ¡El recuerdo de José Antonio!
LÁZARO: ¿Cuál es vuestra disciplina?
TODOS: ¡La Falange!
LÁZARO: ¿Cuál es vuestra consigna?
TODOS: ¡Por el Imperio hacia Dios!
LÁZARO: ¿Cuál es vuestro grito?
TODOS: ¡Arriba España! ¡Viva España!
¡Viva Franco! ¡Bien! ¡Bien!
En el mismo parlamento de Sor, que aún
está muy al comienzo de la obra, captamos también uno de los
mensajes fundamentales que nos transmite la autora.
Sor, que es un personaje negativo en la
obra (es la única figura adulta que aparece en la obra, además
representa el poder en todos sus aspectos y trata a los niños de
forma déspota, autoritaria y tiránica) habla sobre olvidar.
(Olvidar, olvidar, olvidar, olvidar... Y se acabó...). Es
precisamente lo que no quiere la autora, que se olvide lo que
aconteció durante esos años, porque con el olvido no se acaba el
asunto, tan solo queda latente y somos susceptibles de volver a
tropezar con la misma piedra si no recordamos, aprendemos y
mantenemos los valores aprendidos.
Continuando con el tema que nos ocupa,
otra forma en que están ejerciendo violencia sobre los niños es
negándole la comunicación y el contacto con sus padres y otros
familiares que les quedan vivos ya que vemos como los niños recrean
un momento en que reciben paquetes pero no se los dan por haberse
portado mal.
LÁZARO: [...] (Saca un paquetito)
Aquí hay una cartita, ¿para quién sera?, ¿para quién será?
TODOS: ¡Para mi! ¡Para mi!
LÁZARO: Es para... para... para...
Jesús Sánchez Algodonal
CUCA: ¡Soy yo! ¡Soy yo!
LÁZARO: Uy, qué gorda... seguro que
trae tebeos y de todo.
CUCA: ¡Seguro que trae el de
Pulgarcito.
LÁZARO: ¿Y a ti te gusta mucho?
CUCA: Lo que más, lo que más. Y
seguro que viene carta de mis tios, que son muy buenos.
LÁZARO: Seguro, ¡qué bien! Pero como
te has portado mal y estás castigado... tendrás que esperar a la
próxima. (Rompe el paquete.) ¡Oh! ¡Qué lástima, que son tebeos y
viene carta de tus tios! ¡Qué pena, con la ilusión que te hacía!
TODOS: ¡Mala! ¡Bruja! ¡Mala!
La violencia de la guerra, más allá
de la que sufren los niños dentro del orfanato, también tiene su
reflejo en la historia, aunque no de forma explícita en la escena,
porque no vemos la guerra ni los bombardeos ni los heridos; pero sí
que podemos escuchar los bombardeos de los aviones y las voces de la
gente ayudando a los heridos así como en los relatos de los niños
sobre sus experiencias de la guerra antes de entrar en el orfanato,
como la de Cuca cuando estaba en el tren e incluso tenía que estar
allí encerrado con cadáveres, ganado y las deposiciones de los que
viajaban con él en el vagón.
Todo esto continúa a lo largo de la
obra y poco a poco vamos descubiendo también que todo lo que vemos
es mentira. Lo primero, que sospechamos desde el principio, es que
Tuso es Sor y cambia de personalidad a cada rato, como un juego.
A medida que avanza la historia
descubrimos que los niños son fantasmas, fantasmas del pasado de
Tuso, que, como se ve en escena, es un adulto ya. Está recordando su
experiencia en el orfanato y recreando los días vividos allí. Sus
compañeros han muerto de diferentes maneras y se quedó solo,
durante todos esos años de soledad no ha podido olvidar lo que pasó,
quizá por miedo a la propia soledad, y solo le queda recordar.
El recuerdo de esos duros años ha
estado martirizando a Tuso, que no ha podido seguir adelante con
normalidad (dentro de lo que le permite su retraso). Esto nos lleva
al mensaje final de la obra: los años de la Guerra y las posguerra
han creado un daño y han tenido unas consecuencias que no podemos
olvidar tan facilmente y dejar pasar como si nada, los cuatro niños
se merecerían que se mantuviese el recuerdo para, de ese modo,
honrar su memoria
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Recuerda que puedes acceder a la fuente de las imágenes clickeando sobre ellas.
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